Me decía un amigo y compañero hace no mucho que nos habíamos convertido en unos mandatareas, y desde entonces no paro de darle vueltas a la cosa. Es verdad, muchos de nosotros, (disculpen la generalización) hablo de infantil, primaria y secundaria, no está trabajando dentro de un orden o una programación que defina criterios de evaluación ni objetivos, ni lo más importante, una secuencia de trabajo preestablecida. Estamos repasando y volviendo a repasar, tal y como se nos ha sugerido en las «penúltimas» instrucciones recibidas de nuestra Consejería de Educación y Deporte, y hace tiempo que repasar sobrepasó los recursos del libro de texto, que se ha demostrado muy poco útil en este periodo de confinamiento, lo que ha hecho que hasta el más acérrimo defensor de seguir el manual, haya tenido que buscar en otros repositorios.
Creo que es evidente que aunque existen versiones digitales de los libros, se han quedado cortas y la mayoría de la gente está ahora buscando otras propuestas en la red. Nos hemos vuelto buscadores de fichas, hemos buceado en la infinidad de recursos (pdf, presentaciones, vídeos…) que existen para poder abastecer a nuestro alumnado de material, con el que poder garantizar el trabajo dentro de lo que siempre se ha considerado trabajo de clase, que además es el que demanda un gran número de familias. Nunca actiludis ni orientaciónandujar han tenido tantas visitas, ni los bancos de recursos que se hicieron hace ya unos años, han tenido un protagonismo tan intenso como lo tienen ahora, incluso algunas webs han abierto de nuevo por la demanda existente y muchos se están lanzando a generar nuevas actividades en multitud de plataformas, herramientas de autor y generadores que se han hecho más presentes que nunca. Estamos «redescubriendo» la escuela TIC 2.0 de hace más de una década. Por cierto, qué bien nos hubiera ido si las administraciones hubieran mantenido aquella propuesta y la hubieran enriquecido. No estaríamos ahora donde estamos, echando en falta una guía en cuanto a la competencia digital de docentes y alumnado y no habría sitio para la escasez de máquinas con las que acceder a estos recursos por parte del alumnado.
Algunos centros teletrabajan con plataformas para poder tener contacto con sus alumnos, otros, tienen al profesorado haciendo la guerra por su cuenta ya que la coordinación intranivel y ya no digamos interciclos, es inexistente, y unos pocos han desarrollado blogs de aula, webs y métodos más o menos fiables para hacer llegar estas tareas a todos. Siempre, casi siempre, esto se hace bajo la idea de seguir un esquema tradicional de trabajo que consiste en mandar tareas, normalmente en papel, para que nos las devuelvan de alguna forma y corregirlas posteriormente para poder tener evidencias del trabajo y así poder evaluar el tercer trimestre.
Entiendo que tampoco es el momento de innovar, pretender hacer algo distinto a lo que se venía haciendo en clase en un momento de desasosiego tan grande, hubiera sido otro error en el caos inicial que sobrevino tras el principio del confinamiento. Compañeros y compañeras docentes han intentado hacer la revolución didáctica aprovechando el momento, sin pensar en la formación del alumnado en la realización de tareas ni de las familias que han soportado un peso excesivo entre limitaciones de materiales, las necesidades de impresión, compartir horarios de trabajo y deberes escolares…
Existe también una minoría de docentes, tocados con la varita divina y elegidos como modelos a seguir, que apuestan por cosas como lo de que nuestros alumnos necesitan una llamada y no tareas, y ocurrencias por el estilo. Anda que si después de dos meses de confinamiento lo que haces es llamar a tus alumnos… ¡Vaya crack!
¡No mandes fichas!, ¡no enlaces un JClic!, no seas antiguo. (Ahora se usa genially, que es más interactivo…)
De verdad que me gustaría ver el resultado de estos avanzados a su tiempo que nunca mandan tareas tradicionales porque eso es de maestro «carca» y ya no estamos en el siglo XIX. ¿Esta gente no trabaja los problemas? ¿No hace comprensión lectora? y lo más importante, ¿no lo hace de manera sistemática?
Bueno, a lo que iba… que tampoco podemos caer en eso. Que ni lo uno ni lo otro. Creo que deberíamos trazar un plan de trabajo y si acudimos a un video de las fracciones es porque tenemos claro que ese vídeo va a ayudar a nuestro alumnado a resolver situaciones que implican el uso de fracciones. Es decir, no se trata de que enviemos a nuestros chicos una ficha sobre sinónimos y antónimos hoy y mañana lo hagamos sobre los gentilicios, se trata de que lo que enviemos, tenga sentido en un entorno y sea parte de una tarea planificada que nos lleve a un producto final que podamos evaluar. El trabajo en bloques de contenidos debe tener un fin.
Tenemos que dejar de ir como pollos sin cabeza, yo el primero, tenemos que avanzar en la educación digital y proponer unidades didácticas que necesiten de la tecnología, tenemos que dar el salto y plantear el uso de las aplicaciones cuando verdaderamente sean necesarias. No intentemos rellenar el tiempo de nuestro alumnado con cuadernillos y cuadernillos de actividades que tienen poco de motivador y nada de competencial ni tampoco atiborrarles de apps ni recursos online aislados que por desgracia, y según me cuentan y se percibe, es lo que estamos haciendo.
Cuando todo pase, si es que pasa algún día, deberíamos estar en disposición de poder seguir secuencias didácticas con un fuerte componente en el uso de la tecnología, como es propio del tiempo en que vivimos, que puedan desarrollarse tanto a nivel presencial como a distancia (es lo que nos viene) y estar preparados para poder dar la atención necesaria de manera individualizada siguiendo los principios del DUA. Los centros deberían contar con recursos para los que lo necesiten y salvar el obstáculo de la brecha digital. Los docentes deberíamos tener claros unos criterios de evaluación personalizada en base a productos y tareas competenciales, favoreciendo la inclusión y la atención a la diversidad, pero visto el ritmo de trabajo actual y lo que estamos haciendo, me temo que no será así, tampoco esta vez.
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