Uno tiene la certeza de que esto se ha ido a la mierda y que la batalla está perdida ante situaciones como esta.
-Tía, ¿qué dices? ¿quieres que me follen mis padres?
-Tía, no me ralles. Llama a tu madre y dile que llame a la mía…
Escucho estas «bonitas palabras» pasadas las diez y media de la noche, en la cola de un Mc Donalds en las afueras de una ciudad turística, de una patinadora adolescente pija (no más de trece o catorce años) a su superamiga, con maquillaje para matar, melena en mano mientras las dos teclean en sus blackberrys mensajes ultrasecretos y urgentísimos.
¿Alguien da más?
Imagen: «Nené con mi nuevo juguetito»