¿Cómo clasificamos al alumnado?

Hoy, 22 de agosto de 2012, vuelve a publicarse una noticia relacionada con la escolarización segregada por razones de sexo. El motivo principal por el que se rechaza el concierto a este tipo de centros es este:

El Supremo entiende que las ayudas públicas a estas instituciones son incompatibles con la Ley Orgánica de Educación (LOE), aprobada por el anterior Gobierno socialista en 2006. En esta norma, el marco de referencia para todos los sistemas de enseñanza del país, se fija que en la admisión de alumnos no podrá haber “discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición”

  • Ver la noticia completa aquí.

¿A qué se refiere la LOE con discriminación por nacimiento? ¿Qué entendemos por cualquier otra condición? ¿Crees que la clasificación por edades en los centros educativos es una buena solución pedagógica?¿Crees que es aceptable la escolarización en centros específicos de educación especial por razones como las dificultades en la audición o la vista? ¿Y si hablamos de movilidad? ¿Y por la capacidad intelectual en exceso? ¿Y si fuera por defecto? ¿Y si se les clasificara por el sexo?

Venga, respondamos abiertamente, pero cuidado, es muy difícil (al menos para mi) establecer una línea de separación entre lo correcto y lo adecuado para los propios chavales afectados. Nos podemos sorprender con las explicaciones que damos para un caso y las que les negamos a otros. Puede ser que caigamos en una contradicción al intentar explicarnos ya que es habitual considerar factible la agrupación, cuando hablamos de disminución en la capacidad intelectual, pero nos llevamos las manos a la cabeza cuando se habla de una selección de la excelencia…

En estas líneas intento aclarar mi posición al respecto. 

Es un hecho evidente que la organización de los centros educativos por edades que prima en nuestro sistema educativo es una opción, de las muchas posibles, que existen para desarrollar la formación del alumnado. Hay otros sistemas más o menos aceptados y aunque cada uno de ellos tiene una justificación didáctica y pedagógica clara, parecen no contar con la aceptación social suficiente y son considerados como una forma de separación inaceptable cuando se habla de ellos en general. Esta es una de las grandes mentiras que nos decimos a nosotros mismos sobre el sistema. Aceptamos unos criterios pero no otros en función del coste.

Aunque pudiéramos considerar un disparate clasificar al alumnado por razones de su capacidad física, por ejemplo, la verdad es que esta forma de derivar al alumnado a un centro u otro es una de las más aceptadas en muchas ocasiones, (curiosa la idea de las olimpiadas que se esgrime aquí) siendo a todas luces, una propuesta disgregadora y desintegradora. Incluso se sigue apostando por separar en pequeños grupitos al alumnado con NEE, hecho este que es mucho más reaccionario que otras propuestas con mayor repercusión mediática. Seguro que conoces a algún vecino, tienes algún familiar o sabes de alguien con alguna discapacidad en edad escolar que no se encuentra en su centro educativo público de referencia por algún motivo. Creo que esto nos diferencia de los países avanzados en el campo educativo, la forma de tratar la atención a la diversidad es el verdadero reto del actual sistema educativo.

En nuestro sistema se dan clasificaciones por nivel de inteligencia, por discapacidad, por sexo, por edad y por la razón que se nos antoje, hay ejemplos de cada caso, aunque otra cosa es que queramos admitirlo o no. Existen centros de educación especial especializados en una determinada discapacidad, fruto de la herencia de la diversificación de centros en función de las necesidades educativas especiales por razón de discapacidad (especialmente las sensoriales, aunque también son muy habituales los centros que tratan las dificultades motóricas), existen centros para chicas exclusivamente, centros para alumnado con altas capacidades…

Si esto es así, no entiendo por qué cerramos solo el debate de la clasificación por sexos, o por alto potencial deportivo, o cualquier otro criterio que decidamos como marcadamente discriminatorio y obviamos el resto. No somos lo suficientemente valientes para reconocer que el único sistema posible es el inclusivo y por tanto, luchar por él y además no somos lo suficientemente autocríticos como para admitir que eso exige de una inyección económica y de una renovación de estructuras importante, además de una capacitación profesional y social muy elevada, tanto, que no creo que seamos capaces de llegar a ella en décadas.

La opción menos contradictoria es la inclusiva, la de crear grupos heterogéneos reducidos (ratio igual a 10*) y variables en función de la tarea o aprendizaje (organización de talleres), con un tutor o tutora que realmente pueda ejercer esa labor tutorial de manera eficaz, partiendo de una clasificación por edades que contemple a todos sin excepción y comenzar con la anulación de cualquier modelo segregador, desde las aulas de apoyo a la integración a los programas de cualificación profesional. Especial atención merecen las aulas de educación especial que se ubicarían en cada centro educativo público consideradas como banco de recursos y no como aula física únicamente, que estarían dotadas del conjunto de personal especializado y materiales propios. Otra condición básica debe ser conseguir la formación específica en didáctica de todo docente (selección de los mejores expedientes) imprescindible para que este modelo sea posible.

Crear excepciones no es la solución, más bien, viene siendo el problema.

* La ratio debe ser reducida en los grupos donde se encuentren alumnos o alumnas con un grave trastorno o alteración tal y como se detalla aquí.

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Imagen: ‘left hand rotation.com’

Autor: benigp

Maestro. Puerto Real, Cádiz, Andalucía, España.

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